Pararrayos reales Vs. pararrayos “milagro”

Es más fácil engañar a la gente que convencerlos de que han sido engañadosMark Twain

Muy probablemente, en el transcurso de nuestra vida como consumidores hemos adquirido alguna vez un producto que no resultó ser lo que presumía: un aparato para ejercitar en casa o reducir medidas, bebidas con propiedades curativas fantásticas, limpiadores maravillosos, ahorradores de gasolina, pulseras de aleaciones misteriosas que prometen mejorar nuestras vidas… y así, un largo etcétera.

En el común de los casos, lo que queda después de la experiencia de haber comprado y usado estos productos es una combinación de frustración y arrepentimiento o, más bien… digámoslo claro: nos queda la agria sensación de haber sido engañados.

A este tipo de productos los conocemos popularmente como “milagro”. Básicamente, se trata de productos que prometen -falsamente- resolver de manera fácil problemas que requieren una solución más compleja de lo que quisiéramos admitir.

En la mayoría de los casos, las personas o empresas que venden este tipo de productos se aprovechan del desconocimiento y falta de objetividad de los compradores y, sobre todo, de su necesidad. Después de todo, los clientes demandan una solución a su requerimiento y, si esta aparenta ser rápida y económica… mucho mejor.

Cuando después de los primeros usos comprobamos que estos productos no sirven en la realidad, la mayoría de nosotros adquirimos la experiencia suficiente para no caer tan fácil en las siguientes ocasiones. Afortunadamente, no suele haber daños o consecuencias mayores: Es decir, fuera del engaño, no existe mayor problema.

Pararrayos… ¿milagro?

La situación se vuelve mucho más seria cuando los productos “milagro” involucran o ponen en riesgo la integridad y hasta la vida de las personas. Estamos de acuerdo que no es lo mismo usar una “pulsera magnética” … que dejará nuestra suerte intacta, a ingerir un “suplemento” con sustancias dañinas que pueden poner en riesgo real nuestra salud. Por increíble que parezca, esto ocurre también en temas tan delicados como los sistemas de pararrayos.

De acuerdo a datos de Cenapred, México está catalogado como uno de los países con la mayor mortalidad por descargas atmosféricas en el mundo. Además, las pérdidas económicas generadas por los daños y los efectos del rayo en infraestructura, industria y en muchas otras construcciones pueden llegar a ser realmente onerosos. Por ello, es conveniente y necesario protegerse de manera efectiva contra este fenómeno.

Aunque el rayo ha sido estudiado científicamente desde hace siglos, lo que ha resultado en el desarrollo de sistemas de protección confiables que son usados en todo el mundo, increíblemente hoy existen en el mercado productos que supuestamente repelen, descargan o evitan el rayo. Claro, estas son palabras que a todos nos gustaría escuchar, pero lamentablemente, de acuerdo a la ciencia y la tecnología actuales estos efectos son imposibles de conseguir en la realidad.

Para agravar la situación, estos productos “milagro” no presentan una explicación técnica de su funcionamiento, no cuentan con evidencia de su efectividad y tampoco poseen respaldo o reconocimiento en algún país o por alguna normativa.

Y entonces, ¿cómo logran venderse estos sistemas “anti-rayos”?

Las técnicas de convencimiento que usan los fabricantes de estos productos milagro son:

  • Se anuncian con una mercadotecnia vistosa pero poco clara.
  • Generalmente afirman que cuentan con una tecnología “revolucionaria” o “exclusiva” que evita el rayo (…de la cual no existe mención en ninguna parte; ni en los libros ni en las normas).
  • Se limitan a dar una explicación técnica rebuscada pero superficial sobre su funcionamiento.
  • Evitan entrar en detalles técnicos, pues de hacerlo, se harían evidentes sus contradicciones científicas.
  • Ofrecen una solución sencilla que implica el menor esfuerzo. De hecho, frecuentemente se ofrecen como un “kit”.
  • Presentan supuestos “testimonios de clientes satisfechos” para generar credibilidad.
  • Presumen cumplir con “todas las normas”, pero rehúyen entrar a detalle y eluden hablar sobre las certificaciones imparciales e independientes que son necesarias para respaldar la efectividad de los sistemas de pararrayos.

¿Qué riesgos hay con estos productos?

Si no habláramos de un sistema que tiene por objetivo salvar vidas, no pasaría del engaño. Lamentablemente, en este caso los riesgos son graves:

  1. No protegen contra el rayo, y con ello ponen en riesgo real la vida de las personas y la integridad de los edificios que supuestamente cubren.
  2. No cumplen con las exigencias legales mexicanas, pues la normativa mexicana exige un sistema de Pararrayos real.
  3. Representa un gasto inútil, por lo que constituye un daño económico real.

¿Cómo podemos protegernos realmente contra el rayo?

La protección contra el rayo no se resuelve con un simple “kit”. Un proyecto profesional de pararrayos demanda un estudio de riesgo y un desarrollo de proyecto que implica el cumplimiento de exigentes normas, para poder garantizar la protección.

Una dosis de sano escepticismo no está de más en estos casos. Simplemente se trata de investigar, corroborar y acercarse a empresas serias que respalden técnicamente sus productos y, sobre todo, que cuenten con certificaciones de cumplimiento de normas que provengan siempre de un tercero autorizado.